How are ashes being distributed this year?
On Ash Wednesday, the distribution of ashes might look a bit different. You are probably used to receiving the ashes in the shape of a cross on your forehead. The Vatican has put out a note highlighting the method of sprinkling ashes over the crown of the head as a good no-contact way to distribute ashes during this time. Unless you have been to certain monasteries in the US or some other parts of the world, you may not have experienced ashes being distributed in this way, but it is a custom followed in Rome, among other places.
When the ashes have been blessed, the celebrant will say the biblical admonition once to everyone: “Remember that you are dust, and to dust you will return” or “Repent and believe in the Gospel”. Then ashes will be distributed.
To receive ashes by sprinkling, when you go forward (or, depending on how your parish is doing things, when the minister comes to you), bow your head, and the minister will take a pinch of ashes and sprinkle them on top of your head.
Why do we receive ashes?
In biblical culture, putting on sackcloth and covering oneself with ashes was a sign of repentance for sin. In the Church in Rome, as the liturgy developed, people who had committed serious sin ‘put on’ ashes at the beginning of Lent and became part of the Order of Penitents. Then, after completing their penance during the season of Lent, they were reconciled with the Church on Holy Thursday, thus being able to share fully in the joy of Easter with the whole Church. As the centuries went on, the importance of penance for all of us was highlighted during Lent, and so everyone began to receive ashes, originally by having them sprinkled on the top of the head.
Both ways of receiving ashes emphasize different aspects of Christian penance. Being marked on the forehead serves as an outward sign of our Christian identity, stating before the world that we are not ashamed of the Gospel, not hiding our light under a basket, while at the same time acknowledging our sinfulness (and need for penance). Sprinkling over the top of the head highlights Jesus’ call to do penance in secret, because of the danger of being motivated by showing off, or wanting to outwardly show our Christianity, but without living it within our heart. These aspects highlight a tension in the Gospels- Jesus tells us to do good before others so that they might glorify God, but also to do good deeds in secret, so as to avoid worldly praise- the solution to this problem is in our attitude and intention- are we focused on God, or on ourselves? And it is precisely in the penance of Lent that we in a special way seek to put that focus on God, showing our sorrow for the times we have focused on ourselves apart from him.
¿Cómo se distribuyen las cenizas este año?
El miércoles de ceniza, la distribución de cenizas puede verse un poco diferente. Probablemente estés acostumbrado a recibir las cenizas en forma de cruz en tu frente. El Vaticano ha publicado una nota en la que destaca el método dejar caer las cenizas sobre la cabeza como una buena forma de distribuir las cenizas sin contacto durante este tiempo. A menos que haya estado en ciertos monasterios en los EE. UU. o en otras partes del mundo, es posible que no haya tenido una experiencia de la distribución de cenizas de esta manera, pero es una costumbre que se sigue en Roma, entre otros lugares.
Cuando las cenizas hayan sido bendecidas, el celebrante dirá una vez a todos la amonestación bíblica: “Recuerda que eres polvo y al polvo volverás” o “Arrepentíos y creed en el Evangelio”. Entonces se distribuirán las cenizas.
Para recibir las cenizas por aspersión, cuando avance (o, dependiendo de cómo esté haciendo las cosas su parroquia, cuando el ministro se acerque a usted), incline la cabeza, y el ministro tomará una pizca de cenizas y las esparcirá sobre su cabeza.
¿Por qué recibimos cenizas?
En la cultura bíblica, vestirse de cilicio y cubrirse con cenizas era una señal de arrepentimiento por el pecado. En la Iglesia de Roma, a medida que se desarrolló la liturgia, las personas que habían cometido un pecado grave "se pusieron" cenizas al comienzo de la Cuaresma y pasaron a formar parte de la Orden de los Penitentes. Luego, después de completar su penitencia durante el tiempo de Cuaresma, se reconciliaron con la Iglesia el Jueves Santo, pudiendo así compartir plenamente la alegría de la Pascua con toda la Iglesia. A medida que pasaban los siglos, la importancia de la penitencia para todos se puso de relieve durante la Cuaresma, por lo que todos comenzaron a recibir cenizas, originalmente rociándolas en la parte superior de la cabeza.
Ambas formas de recibir las cenizas enfatizan diferentes aspectos de la penitencia cristiana. Estar marcado en la frente sirve como un signo externo de nuestra identidad cristiana, declarando ante el mundo que no nos avergonzamos del Evangelio, no escondiendo nuestra luz debajo de un cajón, mientras que al mismo tiempo reconocemos nuestra pecaminosidad (y necesidad de penitencia). Dejar caer las cenizas sobre la coronilla resalta el llamado de Jesús a hacer penitencia en secreto, por el peligro de estar motivados por lucirse, o querer mostrar externamente nuestro cristianismo, pero sin vivirlo en nuestro corazón. Estos aspectos resaltan una tensión en los Evangelios - Jesús nos dice que hagamos el bien ante los demás para que ellos puedan glorificar a Dios, pero también que hagamos buenas obras en secreto, para evitar la alabanza mundana - la solución a este problema está en nuestra actitud y intención: ¿estamos enfocados en Dios o en nosotros mismos? Y es precisamente en la penitencia de la Cuaresma que buscamos de manera especial poner ese foco en Dios, mostrando nuestro dolor por los momentos en que nos hemos centrado en nosotros mismos fuera de Él.